vIVir mAdeRa
El arte de hacer humor random.
Vivir Madera surge de la hora Chanante, de Faemino y Cansado, de Miguel Noguera… Surge del concepto de metahumor que empezamos a desarrollar Manu y yo hace años (ver nota 1). El metahumor (ver nota 2) es el cansancio del humor cobarde, del humor correcto, apto para todos los públicos. Aún así ahora soy padre y me veo sumido en la más profunda de las correcciones. Hacer chistes racistas, machistas, sobre minusválidos (ver nota 3), nada de eso es posible. Me veo obligado a coger una mierda real y untármela por la cara para hacer reír, y así no ofender a nadie, a hacerme pequeños cortes con una cuchilla en la piel, delante del público para provocar unas sanas carcajadas, libres de racismo, de incorrección política. El metahumor me permite conectar ideas absurdas, crear conceptos nuevos a partir de verdades absolutas e incompatibles. Habrá a quien no le haga gracia. Habrá quien se ofenda. En ese caso, habrá que atenerse a lo que dijo Antonio Canales: “A MI LA AUDIENSIA ME SUDA LAS PELOTA LLENA PELOS”.
«Vivir madera es principalmente un libro de humor con ilustraciones en blanco y negro.»
¿Porqué en blanco y negro?
Hace años hice un cómic. Estuve todo un año entero dibujando con el mismo Pilot v5 siempre en el mismo cuaderno Clairefontaine liso de 90g. Me costó un enorme esfuerzo escanearlo todo y colorearlo digitalmente. Luego resultó que era carísimo autopublicar tu propio cómic de cien páginas a todo color. Para más inri si ahora viera la luz me meterían en la cárcel directamente por todas las barbaridades que decía sin tapujos ni pudor, como solo un jóven alocado viviendo en Barcelona en los años dos mil podía escribir. Así que decidí que si volvía a hacer otro cómic sería en blanco y negro, que es más barato (pensé) y pequeño, para ahorrar costes. Años después me vine a Sevilla con mi mujer y tuve una hija, así que comenzó a asaltarme de nuevo la idea de hacer un nuevo cómic (no veo la relación entre estos hechos realmente, es para poner en situación). Y comencé la epopeya de dibujar en unas postales tamaño A5, siempre a tinta negra, siempre con plumilla y lápiz, todo en blanco y negro. Estos dibujos ilustraban las miles de ideas que inundaban mi mente durante esa época. Se me ocurrían miles, y las iba plasmando en las notas del móvil.
Ahora mismo lo que tengo son una serie de dibujos originales, de una belleza dudosa, crudos, rústicos, hechos a plumilla y tinta india, que son los que he escaneado para dar rienda suelta al lector del libro. Espero algún día poder exponer estos dibujos en el lugar que merecen, el Guggenheim de New York, y venderlos por el precio que valen: un millón de dólares cada uno, en criptomonedas.
¿Porqué el libro tiene este tamaño en concreto, perromaligno?
Pues me alegro de que me hagas esa pregunta, que realmente me la estoy haciendo a mí mismo, por lo que estoy muy contento de hablar conmigo, estamos totalmente de acuerdo, cero discusiones, todo flow. El tema es que hace años y años y años ha, en Jerez de la Frontera, la tierra de Lola Flores y Bertín Osborne, (creo que eso debería bastar para definir la ciudad), en una librería que había junto a la biblioteca, (lugar al que íbamos mucho mi hermano y yo a leer cómics; sí, en los ochenta era normalísimo que los niños fueran solos por ahí, a donde les salía de los cojones, de hecho, luego llegabas a casa y tu madre te estaba esperando con alegría, aunque hubieras andado perdido por la ciudad sin móvil ni nada todo el día, y sí, soy un pureta nostálgico, echo de menos Rambo y Terminator, lo que yo sentí viendo esas películas en el cine, no creo que lo vaya a volver a sentir en mi miserable vida) el caso es que en esa librería ví la portada de un libro que me llamó mucho la atención: “Manual de supervivencia”. Era un libro de cubierta dura en color verde, con las letras en amarillo, y unos dibujos de un tiburón y una balsa, que inmediatamente suscitó en mí el deseo de poseerlo. No sé si en ese preciso instante o si volví a por él otro día (no recuerdo bien si en esa época llevábamos dinero encima así sin motivo, supongo que para coger el autobús y cosas así, pero no lo recuerdo porque la verdad es que he dedicado media vida a salir de marcha y los recuerdos de la infancia los he ido borrando como el psicópata borra con lejía las huellas de su crímenz), el caso es que me lo compré, y estuve fascinado por su contenido durante mucho tiempo. El libro te explicaba todo tipo de técnicas de supervivencia desde conseguir agua del rocío por condensación con unos palos y una bolsa de plástico, o cómo hacerse una balsa con unos troncos y unas cuerdas, hasta cómo camuflarse en la nieve para cazar una foca, o cómo construir una trampa para conejos casera (cosa que hacía en el parque que había debajo de mi bloque de pisos, con escaso éxito).
Este libro posee unas ilustraciones que me parecen de una belleza sin par. Me ha acompañado toda mi vida, y aún lo poseo. Como anécdota (dentro de la propia anécdota, o sea meta anécdota, o subanécdota, según se mire) debo decir que me encontré dentro una dedicatoria a boli en la que ponía: “este libro me lo regalo a mi mismo…”. O sea que me lo había dedicado a mí mismo, vamos, que en los años ochenta era un cachondo mental, probablemente mucho mejor persona que ahora.
Y tras esta diatriba tan larga, esta es la explicación del tamaño del libro, el mismo exactamente que el manual de supervivencia. (Ojo que no he explicado porqué me llaman perromaligno, dejo ahí la incógnita).
¿De dónde sacas las ideas?
Muchos de los dibujos son imágenes que veo en mi vida real, que me han surgido en situaciones reales. Otros tantos son vídeos de internet, o fotos que he visto por ahí. A veces me hago fotos a mí mismo. La mayoría de los dibujos son ideas que se me ocurren y luego hago investigaciones en internet para inspirarme y l0 que encuentro supera con creces mis expectativas más absurdas.
Palabras finales
Como palabras finales quiero decir que estoy muy agradecido que haya personas que malgasten su tiempo leyendo este libro, en vez de estar drogándose o robando un banco, cosa mucho más productiva.
Notas:
*Manu es un ser despreciable al que llamo amigo y que me sirve de consuelo para saber el tipo de persona que no quiero ser. A veces me lo encuentro en un portal, y le doy una moneda. Otras en cambio, se me aparece en sueños y con dedo señalador me dice que tenga cuidado, en general, “mucho cuidado”, me señala. Me perturba y arrastra hacia la depravación, si no fuera por él, estaría ahora mismo trabajando en publicidad haciendo ilustraciones realistas, con fondos de acuarela, nadando en la mediocridad más detestable.
*Ejemplos de metahumor:
-“¿Cómo se dice ministro de economía en japonés? Keizai Daijin. Así se dice.”
-“Se abre el telón y se ve a Drácula. Se cierra el telón. ¿Cómo se llama la película? Drácula.”
«¿Te sabes el chiste del inglés, el francés y el español?. ¿No? Yo tampoco me lo sé.»
*La palabra minusválido está por supuesto mal vista. Como yo soy un pureta criado en los 90, un normie venido a menos, a mi me parecía perfectamente correcta, ni siquiera había prestado atención a que ahora mismo se utiliza el término discapacitado, es más en mi época se utilizaba la palabra parapléjico como si fuera lo más normal, en mi clase de hecho había un chico con muletas y le llamábamos cojo cabrón, así nos las gastábamos en los noventa. No sé ni cómo hemos sobrevivido hasta ahora partiendo de esa bajeza. (El cojo de hecho era un cabrón, yo me acababa de cambiar de colegio y me parecía terrible que alguien pudiera insultar a ser humano con ese desprecio. Con el tiempo por supuesto descubrí la oscura verdad detrás de todo esto: o te unes a la masa, o mueres). Ni que decir tiene que este sistema moral imperante hoy en día cambiará en unos años. En un futuro se les llamará de otra forma. O quizás decidan que no se les debe llamar de ninguna manera, que son exactamente igual de discapacitados que el resto, es más, el hecho de ponerle etiquetas los diferencia de los demás, como si llamáramos así a los rubios, o a los altos, los andaluces, los menores. Todos somos iguales ante los ojos de Dios. Es incluso posible que en un futuro no se les llame de ninguna manera, ni a ellos ni a nadie, y que no haya finalmente derechos especiales para ninguna persona, que cualquier derecho implique discriminación y que eliminen todas las barreras arquitectónicas, pero porque eliminen directamente todo, que no exista diferenciación entre las personas. Que sea incluso ofensivo hacer diferenciación entre masculino y femenino, entre singular y plural, entre adultos y niños, etc… En un futuro aséptico todo será normal y cualquier distinción será ofensiva. Las ciudades serán cubículos blancos, lisos, libres de cualquier símbolo, todo será lo mismo, y al final de todo nos fundiremos en un solo ser, una bola de sebo enorme, rodante, una mente única y diáfana con un sólo propósito: consumir.